El espíritu y la cultura gallegas se miden en geografías En Galicia, el presente se marca en acontecimientos. Qué día no se come pescado (los lunes) , en qué mes por fin se puede pedir marisco después del verano (septiembre) . Por el día que toca visitar la aldea (el domingo) . Por cuándo hay que meter el trigo en el hórreo (en octubre) . Sin embargo, el espíritu y la cultura gallegas no se miden temporalmente: se miden geográficamente. Por dónde pasa el Camino Francés (O Cebreiro) . Dónde se rapan las bestias (Sabucedo) . A dónde vas de muerto si no has ido de vivo (San Andrés de Teixido) . Dónde se acaba el mundo (Fisterra) . La personalidad gallega vive en la tierra, en el mar, en las tradiciones y en la historia. En muchos casos, las cuatro coinciden en un punto geográfico del mapa… o en diez. Getty Images Combarro (Pontevedra) Bienvenidos a uno de los pueblos más pintorescos de Galicia. Dividido entre el mar y la tierra, Combarro es una postal en tres dimensiones. Esta localidad de Pontevedra reúne todos los ingredientes del pueblo gallego por antonomasia: un hermoso casco antiguo, una tradición pesquera que se extiende generaciones atrás y la mirada hacia el campo en su colección de hórreos a pie de mar. Getty Images Allariz (Ourense) Allariz encandila. Y lo hace desde siempre: es uno de los pueblos con más peso cultural de Galicia. El rey Sancho IV lo consideró la llave del Reino de Galicia en el siglo XI, y más tarde se convirtió en el escenario de la educación y madurez de Alfonso X el Sabio, de donde salieron sus famosas Cantigas. Solo hace falta un paseo por su casco viejo y admirar su vasto patrimonio (como la casa-torre de Santiago o el Convento de Santa Clara) para comprobarlo: Allariz derrocha historia Cambados (Pontevedra) Este pueblo de Pontevedra se ha ganado su lugar en este ranking por motivos que se resumen en una palabra: Albariño. Centro neurálgico del celebrado vino blanco, embajador gastronómico gallego por el mundo adelante, Cambados no se corta a la hora de demostrar su orgullo. Bodegas, catas y, en especial, la anual Fiesta del Albariño son solo una muestra de lo querido y representativo que es este caldo en Galicia. Alamy San Andrés de Teixido (A Coruña) Dice la leyenda que a San Andrés de Teixido vas de muerto si no vas de vivo. Pero teniendo en cuenta lo espectacular que es San Andrés, desde aquí te recomendamos que vayas de vivo. Encaramado en roca a escasos pasos del acantilado de Vixía de Herbeira, San Andrés tiene un punto de vista privilegiado sobre el Atlántico y un dramatismo urbano sin igual en Galicia. No quieres esperar a dejar esta vida para visitarlo. Getty Images O Cebreiro (Lugo) Si lo que te ha traído a Galicia es el Camino de Santiago , estás de enhorabuena. Las felicitaciones te las mereces por mil motivos (demasiados para mencionarlos todos) , pero uno de ellos es que tu entrada a tierra gallega será por el pueblo de O Cebreiro. Este enclave de la provincia de Lugo da la bienvenida a los peregrinos del Camino Francés con el mismo entusiasmo (y las mismas pallozas, impasibles al paso del tiempo) desde hace siglos. Getty Images Sabucedo (Pontevedra) Durante la mayor parte del año, Sabucedo es un discreto municipio de Pontevedra. Pero cada año, durante una semana de julio, Sabucedo se convierte en un batiburrillo de actividad y frenesí cultural en la Rapa das Bestas. Esta tradición, que se remonta al siglo XVI, ve a los vecinos subir el monte en busca de los caballos, a los que luego cortan las crines, en una ofrenda a San Lorenzo para pedir la protección del pueblo. Los orígenes de la Rapa no están del todo claros, pero la fama de la tradición ha trascendido Galicia, poniendo a Sabucedo en el mapa. No te pierdas SARA ANDRADE NATURALEZA MARTA SADER VIAJEROS Los lugares más baratos del mundo para vivir en 2022 MARÍA ÁNGELES CANO Getty Images Baiona (Pontevedra) Al principio de los tiempos (allá por el siglo XIII) , Baiona era un modesto pueblo costero haciéndose un hueco en el mercado comercial marítimo mundial. Pero de repente, llegó 1493 y la puso en el mapa con el arribo del único de los navíos de Cristóbal Colón que logró regresar, la Pinta, convirtiendo a Baiona en el primer lugar de Europa en conocer la existencia de América. Hoy en día, poco queda del pueblo pesquero (Baiona es uno de los centros turísticos de las Rías Baixas) , pero lo que sí perdura es el espíritu de descubrimiento (y una réplica de la Pinta anclada en el puerto) . Getty Images Catoira (Pontevedra) Situada entre Pontevedra y A Coruña, Catoira lleva con discreción el peso de la historia. Antaño la fortaleza que protegía a Compostela de los ataques normandos, Catoira fue uno de los lugares por los que (cuenta la leyenda) pasó el cuerpo del apóstol Santiago camino de su destino final. Hoy en día, este pueblo costero recuerda ambos acontecimientos en su conjunto arqueológico, las Torres del Oeste, y su ermita dedicada al apóstol. Su pasado guerrero se conmemora con mucho más bombo: con su Romería Vikinga, celebrada por todo lo alto a principios de agosto. Getty Images Xinzo de Limia (Ourense) A Xinzo de Limia se viene con un motivo: al carnaval. El entroido de Xinzo es famoso en Galicia y más allá, y convierte a este pueblo orensano en un sarao multitudinario en el que todos son bienvenidos. Aquí, febrero es tiempo de risa, música y máscaras, en especial las “pantallas”, los reyes enmascarados que se coronan, año tras año, como máximo exponente del carnaval gallego, en una de las pocas mascaradas rurales que aún sobreviven en Europa en el siglo XXI. Getty Images Fisterra (A Coruña) Y al final, el Atlántico. Al llegar a Fisterra te parecerá haber alcanzado el límite de la civilización… Y no será la primera vez que estos lares provoquen tal reacción: los romanos bautizaron a este recodo de la tierra gallega como “final de la tierra” precisamente por esa misma impresión (aunque entonces se tomaba como verdad) . Más allá del misticismo histórico, Fisterra, con su punto de vista privilegiado sobre la dramática costa de las Rías Altas, bien merece una visita. Bienvenidos al fin del mundo.